Colaboradora: Amelina Correa Ramón
Decía Gloria Fuertes que “Lo mejor del olvido es el recuerdo”. ‘Olvido’ y ‘recuerdo’ son palabras que encajarían en el caso de tantas y tantas escritoras que han ido quedando como pequeñas líneas marginales en las historias de la literatura, tan borrados sus nombres como sus obras.
Y para las letras de Granada quedan todavía por rescatar muchas de ellas, como es el caso de Marina Murillo Puerta, escritora y maestra, de quien hace unos años apenas pude escribir unos pocos datos medio hilvanados (Correa Ramón, 2002: 347-348), pero hoy, gracias al destino que cruzó mis pasos con F. Julio Domingo de la Blanca, bisnieto de la autora (a quien desde aquí manifiesto mi agradecimiento), tengo la posibilidad de ofrecer una más amplia semblanza a modo de justo homenaje, que se ha ido completando con información procedente de distintos archivos.
De este modo se puede determinar que los padres de Marina fueron Miguel Félix Murillo Puerta y María Rosa Inés Fructuosa Puerta Melguizo, que contrajeron matrimonio el 15 de abril de 1875. El padre, según los testimonios familiares, era oriundo de Gualchos, hijo de José Murillo y Antonia Puerta, y maestro de profesión. Estaba destinado hacia esas fechas en Dúrcal, de donde era natural la madre de la escritora, hija de Alfonso Puerta Pérez y Manuela Melguizo. Curiosamente, ambos miembros de la pareja eran descendientes de Pedro Hernández Rascón y Juana de la Puerta, repobladores de Dúrcal en época de Felipe II, tras la nefasta expulsión de los moriscos.
La familia se caracterizó por una vocación docente que heredarían tanto Marina como alguno de sus descendientes. Así, ella ejercería como maestra, pudiéndose rastrear desde 1907 las huellas de su trayectoria, inicialmente como aspirante, y luego como docente, en la oficial Gaceta de Madrid, pero también en publicaciones especializadas, como Gaceta de Instrucción Pública y Bellas Artes o Suplemento a la Escuela Moderna, e incluso algunas noticias relacionadas con ella aparecerán en prensa generalista De este modo, se tiene conocimiento de que en noviembre de 1910 se le adjudicó la escuela de Diezma (Granada), puesto que el 18 de ese mes aparece publicado en el periódico La Independencia. Diario de noticias. Allí permanecerá hasta finales del año 1916, puesto que el Suplemento a la Escuela Moderna del 23 de diciembreinforma del Concurso General de Traslados en el que Marina Murillo obtiene como destino el que será el último de su carrera: la localidad jienense de Bailén. Pero año y medio antes de este traslado final Marina Murillo se presentó a las oposiciones para “plazas de Profesoras de Corte y Confección de prendas de las Escuelas de Adultas de Valencia, Granada, Murcia, Oviedo, Santiago, Sevilla y Zaragoza”, puesto que la Gaceta de Madrid del 30 de julio de 1915 la incluye en la lista de aspirantes con toda su documentación en regla. Se desconoce, no obstante, hasta el momento el resultado de estas pruebas.
Con anterioridad al destino de Diezma, y por datos conservados por sus familiares, se tiene conocimiento de que Marina Puerta ejerció el magisterio en el pueblo alpujarreño de Murtas, donde están datadas varias de sus composiciones poéticas. Lo cierto es que su afición por la literatura parece haber sido temprana, cultivando no sólo la poesía, sino también el género dramático, con obras como La mujer española, o las comedias Ángeles y aldeanos saludan a la Madre del Amor Hermoso y El que se humilla será ensalzado y el que se ensalza será humillado (Murillo Puerta, 2010: 180-218, 152-158 y 159-177), de las que llevaba a cabo montajes escolares con sus alumnas. Aunque algunas de sus textos vieron la luz en la prensa periódica, otros muchos han permanecido inéditos, e incluso algunos parecen haberse perdido. Sus nietos llevaron a cabo en 2010 una edición privada del material conservado como legado familiar, con un breve prólogo de la que lleva el mismo nombre de pila de su abuela escritora, Marina de la Blanca Sánchez, quien afirma que “La producción literaria de nuestra abuela es más amplia que la recogida en este libro. Es la que ha llegado a nosotros. La que falta, es posible que esté ubicada en el Parnaso deleitando a los poetas” (Blanca, 2010: 9).
Antes de ejercer Magisterio Marina Murillo había cursado estudios como interna en el Colegio Calderón de Granada (donde estuvieron figuras importantes de la Granada de entresiglos como el escritor Francisco Ayala, o la madre de Federico García Lorca, Vicenta Lorca, quien también ejercería como maestra antes del nacimiento del poeta). Allí permanecerá Marina hasta el año 1900, apareciendo ya su firma en periódicos como el conservador El Triunfo, donde el 5 de abril de ese año ve la luz su poema “Lo más hermoso”, una composición fechada en Granada, de tintes religiosos, y donde proclama su entusiasmo y agradecimiento a Dios ante la belleza de todo lo creado:
La firma de la autora no volverá a aparecer en El Triunfo hasta diciembre de 1901, y entonces se presenta ya como domiciliada en su Dúrcal natal. En esta fecha, y ante una polémica anticlerical originada en las páginas del periódico republicano granadino Avante, Marina Murillo escribe una carta al director de El Triunfo, defendiendo encendidamente a las religiosas de San Vicente de Paúl -quienes regentaban el mencionado Colegio Calderón-, que, al parecer, habían sido aludidas de manera directa por el diario progresista. De este modo, la durcaleña declara que la etapa que pasó “bajo su custodia y dirección” había dejado en su alma “huellas de inolvidable gratitud, que formarán, no lo dudo, la página más dulce y consoladora de mi vida” (Murillo Puerta, 1901: 1 ).
Para corroborar sus palabras, la autora envía también al periódico un extenso poema, que testimonia haber escrito mientras aún residía con estas religiosas. Titulado “Felicitación a Ntra. Rvda. Madre en las Pascuas de Navidad de 1900”, será publicado en el mismo número de El Triunfo donde se reproduce su “Carta protesta”, el 30 de diciembre de 1901.
Precisamente el dato de estas colaboraciones tempranas con El Triunfo aparece al menos consignado en el libro de Carmen Ramírez Gómez, Mujeres escritoras en la prensa andaluza del siglo XX (1900-1950), único estudio de corte académico, junto con el de Correa Ramón (2002) ya citado, donde aparece siquiera mencionada esta olvidada escritora.
Tan sólo dos años después de estas últimas contribuciones Marina Murillo se casaría con el también maestro Francisco Sánchez Aponte, de quien sabemos que hasta comienzos de 1901 era maestro en Don Benito (Badajoz), apareciendo en la Gaceta de Madrid del 19 de febrero de 1901 su traslado a la localidad gaditana de El Gastor. Aunque por lo que se puede deducir de la lectura de los versos de la escritora (“La autora en su soledad”, “Amor, abandono y amargura”, “Efectos del desengaño”, etc., Murillo, 2010: 120-124, 20-26, 27-34) no fue el suyo un matrimonio feliz, desconociéndose las circunstancias exactas.
La vida de Marina fue corta, puesto que murió víctima de la tristemente famosa epidemia de gripe de 1918, mientras ejercía en Bailén. Fallece con tan sólo treinta y ocho años, dejando tres hijos de corta edad, y un legado literario que sería recuperado por sus nietas.
Marina Murillo Puerta llevaba tan en la sangre la importancia de la educación que la plasmó en composiciones poéticas como “La labor del maestro”. Y al parecer, según los testimonios familiares transmitidos de generación en generación, murió delirando mientras recitaba las tablas de multiplicar que repitiera durante años en su escuela.
El importante diario La Correspondencia de España, en su edición del 10 de noviembre de 1918, se hace eco en una breve noticia del deceso de la escritora, bajo el significativo título de “En Bailén. Muerte sentida”:
Víctima de la epidemia reinante ha fallecido la ilustrada profesora de instrucción pública doña Marina Murillo, persona de altas prendas intelectuales, premiada en varios certámenes literarios (“En Bailén…”, 1918: 2).