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Las mujeres y sus derechos para el desempeño de trabajos remunerados en la Andalucía del setecientos: un estudio sobre las poblaciones rurales de Córdoba y Jaén  

Colaboradora:

Las limitaciones con las que se encontraban las mujeres en el ámbito jurídico 

La presencia de las mujeres en el ámbito laboral de la Andalucía rural del siglo XVIII estaba condicionada por las limitaciones que, durante siglos, el derecho histórico había establecido para estas. Ello explica también la ausencia de mujeres en el ejercicio de determinados oficios. La legislación vigente prohibía que las mujeres desempeñaran oficios o cargos públicos que llevaran aparejada jurisdicción, así como ejercer de abogado o procurador. De entre los motivos que se daban para defender esta postura de desigualdad entre los sexos se entendía que no estaba bien visto que una mujer tomara oficio de varón y tampoco que se mezclara con ellos para la toma de decisiones (Tovar 2022 b: 252).

Los principios e instituciones de la ciencia jurídica relegaron a las mujeres al desempeño de un rol discriminatorio y de subordinación con respecto al hombre, a labores subalternas y marginales. La causa de dicha desigualdad ante la ley está relacionada con la concepción, a la que muchos tratadistas hacen referencia, sobre la imbecillitas seu fragilitas sexus, idea que resaltaba la debilidad, irracionalidad e imbecilidad de las mujeres. En este sentido, el Derecho limitaba su capacidad para dedicarse a negocios que implicaran el ejercicio de responsabilidades, según sostienen algunos autores que han estudiado esta cuestión “dada la limitación de sus fuerzas y lo corto de su talento”. Entre los atributos o cualidades de la mujer se le aplicaban la falta de experiencia y la necesidad de protección, lo cual justificaba la función tutelar masculina sobre ella y sobre los hijos.

Tradicionalmente la esposa se dedicó a las tareas del hogar y al cuidado de los hijos, pero era el hombre quien administraba la dote entregada por la mujer, las arras que él aportó al matrimonio y los bienes comunes del matrimonio, así como los propios de cada uno. Por tanto, se le transmitía el derecho del usufructo de la hacienda de la esposa y la capacidad de disponer sin límites de los frutos producidos como gananciales. No obstante, la situación jurídica de la mujer mejoraba cuando enviudaba, ya que recaían en ella algunas de las funciones atribuidas inicialmente al esposo, como la administración del patrimonio familiar. En realidad las mujeres casadas ayudaban a sus esposos en las tareas artesanales y agrícola-ganaderas, pero ello prácticamente no aparece recogido en las fuentes documentales, así como tampoco los trabajos estacionales de recogida de leña, así como otras tareas como lavandería y costura. Lógicamente al enviudar heredaban el negocio del marido y en muchos casos continuaban administrándolo ya por sí mismas (Tovar, 2021 b: 13-19).  

Los oficios que desempeñaban las mujeres  

Durante la época moderna, el trabajo de una mujer dependía de su estado civil, porque eran las viudas las que generalmente desempeñaban oficios (Tovar, 2022). Las posibilidades económicas de las viudas repercutían en el papel que tenían dentro del grupo familiar, tal es así que cuando su situación económica era próspera, ya sea porque fueran propietarias o realizaran oficios de cualquier tipo, las posibilidades de estar al frente de su propio hogar se veían incrementadas (Tovar, 2017). 

La pobreza en el Antiguo Régimen tenía una marcada connotación sexual. En lo que respecta a la situación económica, la mayor parte de las mujeres viudas de las poblaciones rurales de Jaén carecían de oficio, con un promedio del 86,04%. La pobreza de manera explícita de media era del 7,39%. De modo que, en conjunto, contamos con un 93,43% de viudas que aparentemente no percibían ingresos (Tovar, 2020).

El ejercicio de oficios entre mujeres cabezas de familia en las localidades analizadas era del 6,57%.. Entre ellas, las hacendadas y labradoras suponían el 4,54% (si desglosamos esta cifra: el 2,85% son labradoras, el 1,57% hacendadas y el 0,12% pudientes). De la representatividad de propietarias de tierras se desprendía el esquema de vida económica de la sociedad ilustrada, en cuya articulación quedaban patentes las diferencias en las posibilidades de acceder a la vida de privilegio. Para el resto de oficios los valores quedan reducidos a entre el 1% y 2%; con un promedio del 2,03%. Se trata de sirvientas (0,14%), vendedoras (0,31%) (el 0,03% son vendedoras al por menor, el 0,16% son comerciantes y el 0,12% tenderas), panaderas (0,71%), taberneras (0,12%), comadronas (0,06%), confiteras (0,03%), fabricantes de jabón (0,03%), propietarias de establecimientos (0,03), enfermeras (0,04%), tejedoras (0,04%) y estanqueras (0,51%).

No observamos la presencia de un grupo laboral homogéneo, dada la escasa accesibilidad de la mujer a un aprendizaje formal, su formación era flexible y estaba condicionada por circunstancias particulares, lo cual configuró en ellas una identidad laboral subalterna. La presencia de la mujer en una amplia gama de actividades productivas, en la España preindustrial, se pone de manifiesto a través de las poblaciones estudiadas. Pero no hemos de dejar a un lado que entre las clases más bajas las mujeres contribuían al presupuesto doméstico, a través de la realización de trabajos esporádicos (lavanderas y costureras), que estaban generalmente mal pagados.   

Es importante tener en cuenta que las viudas, generalmente, tenían plena capacidad para continuar con el negocio de su marido difunto, lo que les confería un estatus singular de independencia, frente a las limitaciones jurídicas que implicaba el matrimonio. Ello podría haber ocurrido en el caso de las panaderas, confiteras, comerciantes y taberneras giennenses.

Salvo excepciones, todas las mujeres que ejercían oficios ocupaban el rol de cabeza de familia, porque contaban con ingresos que se lo permitían. Mientras que las que eran acogidas por otro jefe de familia, como las suegras, madres, hermanas e hijas, eran pobres o carecían de oficio alguno que le pudiera aportar algún tipo de remuneración que le permitiera vivir de manera autónoma (Tabla 1).   

El modelo económico observado en Córdoba entre las 2.156 mujeres cabezas de familia analizadas únicamente ofrecía información sobre la situación laboral, económica y de salud de 108 mujeres, es decir, el 5,01%. La pobreza afectaba al 35,19% de las mujeres, el 11,11% estaban enfermas, el 8,33% eran nobles. El 45,37% restante ejercían un oficio (49), es decir, el 2,27% del total de las mujeres analizadas. Entre las mujeres mencionadas que ejercían un oficio de manera estable, el 42% se dedicaba al comercio; el 40% al campo; el 6% servían como criadas para otras personas; el 6% eran mesoneras o taberneras; y el 4% regentaban una botica o se dedicaban a la administración de bienes.

Las viudas cordobesas no ejercían un oficio remunerado en un 95,89% de las veces y eran pobres en un 1,59%, de modo que aquellas que desempeñaban un oficio propiamente dicho eran el 2,13%. La mitad de las cuales (50%) se correspondían con las hacendadas y labradoras. Las actividades agrícolas eran desempeñadas a gran escala por mujeres adineradas, hijodalgas labradoras, labradoras por mano ajena y a pequeña escala por hortelanas. Otras mujeres eran administradoras de bienes, así como hemos localizado a una condesa y gran camarera honoraria de la reina viuda. Asimismo, había un 39,13% de mujeres dedicadas al comercio y a la artesanía. Las actividades comerciales incluían venta de aceite al por menor, puesto de aceite y vinagre, estanquera de tabaco, mercera, vendedora de pan, carbón y aceite, con tienda de especiería, con tienda de pan y aguardiente, mercería y trato de chocolate, comerciante de platería, comerciante de aljafería y con tienda de cordonería, con botica pública. Relacionadas con el comercio estaban las artesanas de la alimentación, pues también vendían sus productos, la panadera y panadera de pan caro y maestra de labrar cera o cerera. El porcentaje restante trabajaba como criadas y se dedicaban a las actividades que estaban peor vistas, como mesonera y tabernera (Tabla 2). Cuando aparentemente no ejercían oficio alguno y se encontraban en situación de pobreza distinguimos entre las pobres, las pobres de solemnidad y las pobres mendigas. Estas últimas recurrían a las limosnas, mientras que las pobres no necesariamente. Asimismo, las pobres de solemnidad presentaban un grado de pobreza mayor que las pobres. La enfermedad muchas veces estaba ligada a la pobreza, ya que impedía el ejercicio de cualquier labor remunerada. También vinculadas a la falta de recursos encontramos mujeres privadas de la vista, mudas de nacimiento, ciegas e impedidas (Tovar, 2021 a: 92-100). 

 En definitiva, observamos que el papel de las mujeres en la esfera económica de puertas afuera fue realmente significativo, si bien los oficios que desempeñaban eran de carácter artesano, comercial y agrícola, además de asistencial. Tengamos en cuenta la escasa formación que habían recibido en las escuelas de primeras letras, la mayor parte eran analfabetas y carecían de conocimientos de gramática o aritmética, por no hablar de que tenían vetado el acceso a la universidad. Interesante es el caso de aquellas pocas mujeres que se dedicaban a cuidar enfermos, como la comadrona dedicada a las parturientas y a atender a los recién nacidos, así como las enfermeras, si bien estas no contaban con estudios reglados de medicina, por lo que socialmente se le atribuían labores de curandería (Tovar, 2022 c). 

Tabla 1. Situación económica y rol de la viuda: cabeza de familia y acogida.

Reino de JaénCabeza de FamiliasuegrahermanamadrehijastíasTotal
Pobres7,190,06 0,040,11 7,39
Sirvientes0,14     0,14
Vendedora al por menor0,03     0,03
Pudiente0,12     0,12
Propietaria de barbería0,03     0,03
Labradora2,77    0,082,85
Hacendada1,57     1,57
Comercio0,16     0,16
Tendera0,12     0,12
Panadera0,71     0,71
Tabernera0,12     0,12
Confitera0,03     0,03
Comadrona0,06     0,06
Enfermera0,04     0,04
Tejedora0,04     0,04
Sin oficio indicado77,272,990,434,880,47 86,04
Fabricante de jabón0,03     0,03
Estanquera0,51     0,51
Totales90,953,040,434,920,580,08100,00

Fuente: [AHPJ]. Catastro de Ensenada. Libros de lo Personal. Arjona, Linares, Alcaudete, Porcuna, Jamilena, Rus, Torres, Pozo Alcón, Huelma, Santiesteban, Villacarrillo, Vilches, Sorihuela, Quesada. Elaboración propia.  

Tabla 2. Situación económica. Oficios y pobreza

Reino de CórdobaSituación económicaViudas cabezas de familiaPorcentaje %
 PobresPobre de solemnidad180.99
Pobre mendiga30.16
 Pobre20.11
EnfermasPrivada de la vista20.11
 Ciega20.11
 Impedida20.11
Nobleza ruralHijodalga40.22
 Hijodalga labradora30.16
OficiosVenta de aceite al por menor10.05
 Con puesto de aceite y vinagre10.05
 Estanquera de tabaco10.05
 Mercera10.05
 Labradora por mano ajena150.82
 Con tienda de especiería30.16
 Vendedora de pan, carbón y aceite20.11
 Administradora de bienes10.05
 Panadera20.11
 Mesonera20.11
 Hortelana10.05
 Con tienda de pan y aguardiente10.05
 Mercería y trato de chocolate10.05
 Maestra de labrar cera, cerera10.05
 Comerciante de platería10.05
 Comerciante de aljafería10.05
 Con tienda de cordonería10.05
 Con taberna propia en su casa10.05
 Con botica pública10.05
 Condesa y gran camarera honaria de la reina viuda10.05
Sin oficio175295.89
Total mujeres viudas1827100

Fuente: [AHPC]. Catastro de Ensenada. Libros de lo personal. Montoro, Lucena, Baena, Fuenteovejuna, Fernán Núñez, Alcaracejos, Adamuz, Guadalcazar. Eaboración propia.